miércoles, 23 de marzo de 2016
¡Qué bien vives!
Que bien vivís. Es algo que cualquier policía ha escuchado de boca de ciudadanos, enemigos, amigos y familiares. ¨¡Anda que te quejarás con el horario que tienes! ¡Y lo que ganas!¨ Se aventuran a decir. Debe ser que algunos esperan que con presentarse a una ETT y esperar sentado en casa a que le llamen, van a recibir un trabajo en las mismas condiciones que el que ha estudiado y aprobado una oposición, amén del consiguiente periodo de formación y prácticas. Que nuestra y que española es la envidia. Pudo verse cuando nos bajaron el sueldo o nos retiraron las pagas extra durante la crisis. A ellos no les afectaba en nada, pero como también estaban jodidos, se alegraron. Si yo estoy puteado, ¡Que se jodan éstos también, que viven como Dios!
Y es que cuando uno lo escucha de boca de indeseables, ya le resbala, pero cuando son personas queridas las que sacan a relucir el manido argumento, empieza a quemar. Porque uno va cumpliendo trienios, va viendo lo que hay en la puta calle, y aún siendo todavía una lagartija, se le empieza a retorcer el colmillo.
Recientemente he sido informado de la fractura en el escafoides de mi muñeca derecha, derivada de mi actuación profesional con un indeseable. Hay que operar. Pero la intervención quirúrgica no me asegura nada. Según las propias palabras del médico, a veces, es para peor. Es mi responsabilidad operarme y echar las cartas, o seguir haciendo una vida casi normal y desarrollar artrosis en el futuro. Mi muñeca hecha una mierda de por vida, haga lo que haga. Si bajo mi propia responsabilidad decido seguir en el servicio activo y alguna vez me la termino de destrozar, dirán que fue decisión mía, que debería haberme hecho a un lado y que no van a reconocerme esas lesiones como sucedidas en acto de servicio, con la consiguiente pérdida pecuniaria durante el tiempo de baja.
Si decido comunicar que no puedo seguir en la brecha, seré apartado como un mueble de oficina a ordenar expedientes.
No habrá medallas, no habrá responsables, no habrá palmadas en la espalda. Habrá un "mañana empiezas aquí" una vida limitada para siempre y un sueño roto. Iré cada día a trabajar, escuchando en la radio cómo juzgan y sientan cátedra sobre la brutalidad, la nuestra por supuesto, personas que no se han enfrentado ni lo harán jamás al sonido de una navaja cortando el aire, o un simple armario empotrado con la nariz empolvada que no está dispuesto a dejarse reducir, porque mis compañeros estuvieron allí para evitarlo. Seguiré escuchando lo bien que vivimos, y leyendo tuits celebrando y festejando cada vez que asesinan a un compañero. Un fascista menos, dicen. Cuando durante las Marchas de la "Dignidad" casi matan a un compañero a pedradas en la cabeza, todos los policías tuvimos a alguien que creíamos amigo o familiar celebrándolo en las redes sociales. Esas cosas se llevan dentro.
A veces dicen que los policías somos chulos. Algún niñato habrá. Pero otros cometen el error de confundir chulería con orgullo, lo cual no tiene nada que ver, ya que la humildad es parte indispensable de la grandeza. Si alguna vez vuelvo a patrullar las calles de uniforme y te cruzas conmigo, no pienses que soy un chulo. Me verás caminar tan recto como si tuviera un palo metido por el culo, con los ojos clavados en el sol. Es lo menos que se merece el uniforme que llevo. Porque soy humilde, sí, pero sé que soy un paisano de pies a cabeza, que estoy hecho de la pasta de los que darían su vida por salvar a cualquier hijo de su madre que celebra la muerte de un compañero en Twitter, porque va en mi suedo... y en lo bien que vivo.
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3 comentarios:
Correctamente de acuerdo. 👍
Correctamente de acuerdo. 👍
Gracias por comentar Tommy. Un saludo
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